domingo, 27 de enero de 2013

OTRO PUNTO DE VISTA

Anciano, torpe y pesado camina por la calle. Despacio, arrastrando los pies cautelosos al compás de su bastón. Junto a él camina un amigo, que aunque más joven y ágil, lo hace al mismo paso que él. - Hace un día precioso - le dice. Sabiendo que no va a obtener respuesta de su compañero. Ya que aunque posee el don de la juventud, ha sido castigado con no poder hablar. Aunque obviamente le escucha y en ocasiones gesticula y mueve la cabeza como respuesta. El anciano, a pesar de no haber oído nunca una palabra suya, sabe que le escucha y le comprende.
Por eso le habla todos los días. Por eso y porque no tiene a nadie más. Podría decir orgullosamente que el "compañero mudo" era su mejor amigo.
-¿ Hace cuánto que nos conocemos? - le pregunta manteniendo la vista al frente - ¿tres años verdad? - continúa relatando el anciano. Llegan hasta un parque, el cual era claramente su destino y por el que salen a pasear muchos días - Es curioso que nos conociésemos a partir del accidente - Sigue detallando mientras se sienta muy despacio y cuidadoso en el primer banco que encuentran - Es curioso que para conocer a  alguien tan especial como tú haya tenido que vender tan cara mi vida - continúa relatando con la voz más rota y quebrada pero a la vez más segura de lo que dice - Pero lo más curioso sin duda es que para que haya abierto los ojos y haya conseguido ver realmente la luz, me haya tenido que quedar ciego - Dicho esto, su amigo, sabiendo que ha terminado de hablar y que necesita cariño, se acerca a él y le lame cariñosamente la mano.
- El mejor amigo del hombre. Y no lo he descubierto hasta que esa frase se ha convertido en "el mejor amigo del ciego". - Hace una pausa cogiendo aire y quizás también fuerzas para lo que tiene que decir a continuación:

- Espero morirme antes que tú joven amigo, porque si lo haces tú antes será la primera vez en mi vida que verdaderamente lo vea todo negro.

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